domingo, 22 de febrero de 2009

EL ÚLTIMO ESTUDIO DE PAUL CÉZANNE

En mayo de 2007 tuve la gran suerte de poder recorrer la Provenza y visitar, entre otras localidades, la ciudad de Aix-en-Provence, ciudad en la que nació el pintor Paul Cézanne en 1839. Allí pude visitar el que fue su último estudio, un viejo caserón de dos plantas –actualmente totalmente restaurado– situado en el Chemin de Lauves, en una pequeña colina localizada al norte de la ciudad de Aix, desde el que el pintor podía divisar la montaña Sainte-Victoire. El edificio fue adquirido por el Cézanne en 1901, cinco años antes de su muerte, y, tras realizar las oportunas reformas para acomodarlo como taller, se instaló en él en septiembre del año siguiente.



Entrada al taller de Cézanne, situado en camino de Lauves




Para acceder al edificio hay que atravesar un jardincillo que hay frente al mismo. En la planta baja hay una pequeña tienda donde se despachan las entradas para acceder al taller y donde también se pueden adquirir libros, postales y todo tipo de objetos decorados con obras del genial artista.


Interior del estudio de Cézanne




En la planta superior se localiza la estancia que Cézanne utilizaba como estudio, se trata de una amplia estancia bañada por la luz que dejan pasar los enormes ventanales –antiguamente se podía contemplar el paisaje, dominado por la montaña Sainte-Victoire, pero hoy en día es casi imposible debido a la frondosidad del arbolado- y en la que la mirada se pierde entre la multitud de objetos que pertenecieron al pintor. En el taller encontramos una mesa y un aparador con accesorios que utilizada Cézanne en sus estudios de naturalezas muertas; junto al ventanal trasero podemos observar el caballete y la paleta del pintor, que aún conserva restos de pintura al óleo, así como algunos objetos personales: una agenda, una Biblia, etc.; en el rincón opuesto encontramos colgada la ropa que solía ponerse para pintar, así como los utensilios que utilizaba para transportar los lienzos y las pinturas cuando pintaba en el exterior. Todo en la estancia nos evoca la imagen del pintor; el tiempo parece que se hubiera detenido y experimentamos la sensación de poder sentir con vida al pintor, sensación que espero haber sabido transmitir con estas líneas y con las imágenes que acompañan a las mismas.





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